Las recientes noticias sobre el Brexit y sus consecuencias nos tienen a todos con el corazón en un puño. Pero, aparte de las repercusiones políticas y económicas, a nosotros nos toca preocuparnos sobre lo que perdemos en lo gastronómico. Y digamos de antemano, que la cocina británica no ha tenido nunca una buena prensa. Pero aquí estamos para ofrecer de lo bueno lo mejor de lo que ya no podremos disfrutar, sin atravesar una frontera.
Desde luego que una de las grandes contribuciones a la gastronomía han sido los famosos desayunos de huevos, bacon y tostadas, acompañadas de salchichas y las nunca bien ponderadas baked beans. Una manera contundente de comenzar el día.
Famosos son sus pasteles. Uno de ellos, de los más exquisitos, es el llamado Shepherd’s Pie, el pastel de pastor, basado en un sofrito de picadillo cordero acompañado por una gruesa capa de puré de patata y que tiene que ver mucho con la llamada cocina de subsistencia que si en nuestro país ha dado grandes platos, lo mismo ha sucedido en otros rincones del planeta. En la misma onda, el Bubble and Squaek, basado en lo que ha sobrado del asado del domingo junto al inefable puré de patata constituye otro clásico del repertorio culinario británico.
No podemos dejar de nombrar una de las grandes contribuciones británicas a la cocina, en este caso a la cocina rápida, los famosos Fish and Chips. Mucho antes de que las hamburgueserías, pizzerías y otros clásicos de la comida pret a porter se pusieran de moda, en 1860 se inauguró el primer establecimiento dedicado al pescado frito con patatas y hoy es un plato nacional.
Como vemos, los platos son contundentes. Pero hay más. El solomillo Wellington, recubierto de foie gras, especias y envuelto en una capa de hojaldre, cocinado al horno lentamente. Cuando está en su punto, se corta en rodajas y se sirve.
Bien. Pasemos un momento al salón y disfrutemos de un té. Porque la tradición del té y toda la repostería asociada es también digna de ser reseñada. No entenderíamos la cultura gastronómica británica sin ese momento de té, con leche o sin leche, con pastas. Y algún pastel. Un postre, por ejemplo, el Trifle, un pastel de diversas capas superpuestas, delicioso.
Todo esto y algo más, es lo que perdemos con el Brexit. Pero ya nos las ingeniaremos para seguir disfrutando de ellos de alguna manera. Para todo hay solución.
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